miércoles, 2 de mayo de 2012

El espacio vital

A través del estudio del comportamiento animal se ha determinado que todas las formas animales defienden y reclaman para sí un espacio a su alrededor que les sirve de protección, una protección que es más emocional que física, y que están dispuestos a defender a toda costa.
Los seres humanos tenemos definido un espacio inmediato a nuestro cuerpo que sentimos nos sirve de protección y que percibimos como nuestra extensión. Cada uno tiene su propio territorio personal, que incluye también nuestras posesiones, como el auto que conducimos, nuestra casa, nuestra habitación o nuestra cama.
Este es nuestro espacio vital, que inconscientemente hemos reclamado, es nuestro territorio en el cual nos sentimos seguros, y que si alguien intenta traspasar nos sentiremos intimidados, retados o invadidos.
Dimensión del espacio vital:
La necesidad territorial varía según el carácter del individuo, las personas introvertidas reclaman un espacio mayor de lo que lo hace una persona de carácter extrovertido.
Se han establecido cuatro distancias zonales:
1)   Zona íntima: (de 15 cm a 45 cm). Reservada tan sólo para los más allegados,  es la zona que la persona cuida con más celo, permitiendo que accedan a ella sólo aquellos que están relacionados en forma emocional, como el cónyuge, padres, hijos y amigos íntimos. La intrusión en esta zona es percibida como una agresión o amenaza. 
2)   Zona personal: (va desde los  46 cm hasta 1,30 mts.). reservada para miembros de la familia y amigos personales. Esta  distancia también  se establece en una reunión social o de trabajo, las personas se encuentran alejadas aproximadamente por un brazo de separación, lo que aun así permite estrechar manos con facilidad.  
3)    Zona social: (entre 1,30 mts. hasta 3,5 mts.). Es una zona impersonal, que establecemos con aquellos a quienes no conocemos bien, buscando por medio de esta separarnos  de los extraños. Casi todos los negocios o contactos sociales se establecen en esta zona.
4)   Zona pública: (más de 3,5 mts.) Es la distancia para dirigirse a un público. En esta zona no se trata de interactuar con otras personas sino más bien ignorarlos. Debido a la distancia establecida, se usa mucho lenguaje corporal.
Cuando un extraño invade nuestra zona intima o personal sin autorización nos hace sentir incómodos y nos pone alerta ante lo que puede ser una agresión de tipo física o de avance sexual, aunque también puede suceder que la invasión se dé en forma accidental, pero, como quiera que sea, la respuesta ante una invasión de nuestra privacidad será una serie de gestos y actitudes negativas hacia el intruso.
Como defendemos nuestro espacio vital:
Son diversas las formas como nosotros como seres humanos reaccionamos con nuestro cuerpo ante la invasión de nuestro espacio vital, en un lenguaje silente expresamos desaprobación, rechazo o incomodidad, básicamente lo manifestamos de la siguiente manera:
  • Con la mirada
  • Golpeando ligeramente el pie sobre el piso.
  • Tamborileando los dedos sobre la mesa.
  • Haciendo muecas con la boca.
  • Con movimientos de brazos, hombros y pecho buscando establecer una barrera con el invasor.
  • Dando la espalda al invasor.

Defendiendo nuestro espacio vital en un lugar público
Es así como defendemos nuestro territorio personal en los sitios públicos:
  • En el metro o autobús: si llevas un libro o periódico simularás estar absorto en su lectura.
  • Una forma de establecer nuestro espacio vital es simplemente evitando mirar a los demás.  
  • Mantener una cara totalmente inexpresiva.
  • En la biblioteca: el individuo que está concentrado en la lectura y no desea ser interrumpido podría definir su  espacio vital arrumando un grupo de libros y poniéndolos ante él para aislarse del resto de las personas.
  • Si siente que la invasión de su territorio es muy marcada y desea evitar una confrontación podría optar por cambiar de mesa o buscar un asiento distante de los demás.
  • En un banco del parque: la manera más directa de evitar a los demás es sentarse en el mero centro de la banca, dando a entender de esta manera que no queremos compañía. Si por el contrario, lo que deseamos es compañía, con sentarnos en un extremo del banco estaríamos invitando en una forma silente a cualquier persona a ocupar ese puesto, quitar algún objeto nuestro como el diario o un maletín  que este ocupando ese espacio es también una forma silente de invitar a algún desconocido a  ocupar ese puesto.

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